vitamina olvidada para la salud

La invisibilidad tiene sus desventajas. La vitamina K sabe mucho de esto. Relegada a la sombra de sus primas más famosas, esta nutriente fundamental pasa desapercibida en las conversaciones sobre salud. Pero su impacto es innegable. Sin ella, tu sangre no coagularía. Así de simple.

Mientras la vitamina K trabaja silenciosamente tras bambalinas, su ausencia significaría un desastre para las funciones más vitales de tu cuerpo.

La naturaleza nos ofrece dos versiones principales: K1 y K2. La primera abunda en vegetales de hoja verde como espinacas, col rizada y brócoli. La K2, más escurridiza, se esconde en alimentos fermentados. El queso y el yogur son buenas fuentes. El natto, ese extraño alimento japonés fermentado, es el campeón indiscutible. No es casualidad que los japoneses tengan huesos fuertes hasta edades avanzadas.

Resulta fascinante cómo actúa en nuestro organismo. Cuando llega a los huesos, activa la osteocalcina, proteína esencial para fijar el calcio donde debe estar: en el esqueleto. Sin vitamina K suficiente, el calcio se vuelve rebelde. Se deposita en arterias en lugar de huesos. Nadie quiere arterias calcificadas. Nadie. El ejercicio regular puede ayudar a mantener un metabolismo saludable y mejorar la utilización del calcio.

Los estudios clínicos son reveladores. Mujeres posmenopáusicas con mayor ingesta de vitamina K2 experimentan menos fracturas. El riesgo de enfermedad cardiovascular también disminuye significativamente. Lógico, cuando el calcio está donde debe. Cada 10 mcg de vitamina K2 en la dieta reduce el riesgo de enfermedad coronaria en un 9%.

Lo mejor es que no necesitas suplementos en la mayoría de los casos. Una ensalada de hojas verdes con aceite (que mejora su absorción) aporta buenas dosis de K1. Las investigaciones demuestran que añadir grasas saludables como aceite de oliva o aguacate a tus ensaladas incrementa significativamente la absorción de esta vitamina liposoluble. Un poco de queso fermentado añade K2. Combinación perfecta.

Advertencia importante: si tomas anticoagulantes, mantén estable tu consumo de esta vitamina. Cambios bruscos pueden interferir con tu medicación.

La deficiencia es rara en adultos. Pero ocurre. Y cuando sucede, los huesos se debilitan y el corazón sufre.

¿Quieres evitarlo? Sencillo. Come tus verduras. Disfruta de alimentos fermentados ocasionalmente. Tu cuerpo te lo agradecerá en silencio. Como la propia vitamina K: trabajando sin hacer ruido, pero con resultados poderosos.

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