Mientras muchos países luchan contra el aumento de las tasas de diabetes, Australia enfrenta una trayectoria particularmente preocupante. Los números no mienten. Para 2025, un sorprendente 11.4% de los australianos mayores de 25 años tendrán diabetes. No son solo estadísticas, son tus vecinos, colegas, tal vez incluso tú.
La crisis de diabetes en Australia no es solo una estadística de salud: es tu futuro, tu familia, tu comunidad.
Entre 2000 y 2021, los casos de diabetes en Australia se multiplicaron por 2.8. La prevalencia aumentó del 2.4% al 4.3%. Claro, se estabilizó después de 2011, pero no celebremos todavía. Para 2022, aproximadamente el 6.6% de los adultos tenía diabetes, una de cada 15 personas. No son precisamente números ganadores. Perder solo un 5-10% del peso corporal puede mejorar significativamente el control del azúcar en sangre y reducir el riesgo de diabetes.
Los hombres se ven más afectados que las mujeres, especialmente a medida que envejecen. ¿Y si vives en una zona menos próspera? Tus probabilidades acaban de aumentar. Curioso cómo la diabetes parece tener preferencia por códigos postales, ¿no?
El factor edad es brutal. La diabetes es casi 30 veces más común en personas de 80-84 años que en menores de 40. Vaya regalo de cumpleaños para los mayores. Al menos la incidencia disminuyó un 43% entre 2000 y 2021. Pequeñas victorias, supongo.
La diabetes tipo 2 sigue siendo el gran lobo malo, con 1.3 millones de australianos diagnosticados con diabetes en 2021. Solo ese año hubo 45,700 nuevos casos de tipo 2. La diabetes gestacional también está aumentando, gracias al incremento de la edad materna y la obesidad. Genial.
¿El impacto en la billetera? Antes de 2003, los costos anuales por persona oscilaban entre $4,025 y $10,000. Haz los cálculos con los números actuales y la inflación, no es bonito.
Las estrategias de prevención podrían reducir los casos de diabetes en un 3% o más. Las intervenciones de alto riesgo podrían prevenir hasta el 9.2% de los casos. La cirugía para pérdida de peso también funciona, pero su impacto es limitado.
¿Lo más irónico? Las personas que más necesitan recursos de prevención a menudo no pueden acceder a ellos. Las zonas más pobres tienen tasas más altas pero menos servicios. Clásico dilema. Australia tiene los datos y sabe qué funciona. La pregunta es: ¿realmente harán algo al respecto? Organizaciones como Diabetes Australia trabajan incansablemente para mejorar los resultados de salud a través de la promoción, educación e iniciativas de prevención.